Ana María Garduño Gaxiola
¿Qué hace una sociedad que se siente amedrentada, qué hace una población que día a día se le alimenta a su miedo? Exigir sólo respeto, ayuda… alguna fórmula mágica para que terminen los males en nuestro estado; mi querido Sinaloa. Lugar donde nacimos personas con dignidad, con sueños y grandes deseos de vivir con justicia, paz y libertad.
"Míranos, todo está al revés, todo está patas arriba. Los médicos destruyen la salud. Los abogados destruyen la justicia. Las universidades destruyen el conocimiento. Los Gobiernos destruyen la libertad. Los medios de comunicación destruyen la información. Y la religión destruye la espiritualidad".
Hace un poco más de dos décadas los hombres soñaban con estudiar, graduarse en una universidad para poder trabajar, después, comprar o construir un hogar para forjar a su familia. Crear un negocio, un capital para heredar o emplearse en alguna institución. Respetábamos los géneros, a nuestros padres, abuelos y hasta a los gobernantes. Nos compadecíamos de los menos afortunados y los estrechábamos entre nuestro regazo. Ahora a nadie le importa esto.
Ahora es tan común resignarse ante los desfalcos y
descarados robos que se realizan al Erario
Público. Hoy al hombre con principios le dicen pendejo, incapaz, mediocre,
conformista, perdedor. Ahora se admira al hombre que obtiene dinero y poder de
manera rápida e inexplicable. Se le respeta, estima y se le reconoce al que
difama y destruye, sólo por ser un elemento de confusión, de exterminio. Se dan
concesiones por compromiso sin importar si la persona que ocupe los puestos
administrativos tengan el perfil adecuado para desempeñarlos, sólo basta que
tengas “poder” y muchas viseras, para sentarte en una silla por seis años y
firmes, firmes y firmes, que no preguntes y te vuelvas un amnésico demente con
quien no se pueda dialogar.
Cómo duele soportar la muerte, tener esperanza, confiar
cuando te hace falta el legítimo ejemplo a seguir. Cuando el horror no te permite ya sentir y te
deja vencido para vivir. Cuando ya no se puede reflejar el amor y te
transforman los sentimientos. Cuando entierras a los que amas por estar en el
lugar equivocado, por señalar o por no dejarse abusar, robar. Qué vida les
estamos dejando a nuestras generaciones, si permanecemos callados. Cuando es precisamente
la sociedad, nosotros, los que debemos tomar las decisiones en nuestro estado,
porque somos nosotros los que constitucionalmente debemos gobernar. Ahora
tenemos la oportunidad de construir un Sinaloa bien diferente. Tenemos que
hablar, participar para exigir que se acabe con la simulación y la corrupción. Hoy
como nunca tenemos a un hombre querido por el pueblo como Gobernador. A un
hombre bueno y revolucionario que si se lo propone cambiará los rumbos de
Sinaloa, que puede hacer historia aunque afecte los intereses y caprichos de los
gandayas de siempre, que han asaltado y envilecido por años a nuestro querido
estado. No dejemos que nos etiqueten sólo como narcos, como asesinos, como
violentos, como drogadictos y cobardes.
Los sinaloenses somos muchos más que un puñado de etiquetas,
no somos instrumentos de exterminio ni botín
de los oportunistas. Déjenme hablarles a sus silencios, a sus memorias, para
que puedan escucharme e iniciemos el dialogo que nuestra sociedad tanto
necesita.
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